Si hay una cosa odiosa del Transitarte es la limitación humana de no poder estar en varios lugares al mismo tiempo.
Este 14 de marzo de 2015, los espacios del parque Nacional, el parque España, el
Jardín de Paz y el parque Morazán se convirtieron en la burbuja ideal
para despejar la mente de las cenizas del Volcán Turrialba y otros
problemas.
Quitarse el miedo en una San José así es
muy fácil: hasta el más extraño desconocido se convierte en un rostro
familiar cuando se le encuentra una y otra vez durante el mismo día.
Aquí el que pierde es el conductor. El Transitarte es un festival
hecho a la medida del peatón porque caminar y caminar es la tónica. No
queda de otra para no perderse de nada.
La ventaja es que no importa donde empiece, terminará igual de conquistado por la capital.
De todo. No es exageración, en su undécima edición, Transitarte se propuso satisfacer a todo el mundo.
Durante este 14 de marzo, salieron especialmente premiados los amantes de la
música gratuita y las familias que buscaban pasar tiempo con los más
pequeños.
Para los primeros, la oferta preferida fue
la del Festival Suena CR, aunque el Morazán armó también su propio
Festival Internacional de Cantautores.
En el Morazán
se presentaron voces conocidas, como la de Fabrizio Walker o el
guanacasteco Christian Porras, frente a una audiencia de jueces, para
después cerrar el espacio con música a cargo de Tamela Hedström, Elsa
Basil y Perrozompopo.
La artista MAF, ganadora de
la competencia, representará al país en una competencia internacional,
que se llevará a cabo en agosto.
Para las
familias, el lugar obligatorio fue el parque España, que ofreció,
además de juegos tradicionales y literatura, una tarde dedicada a los
cuentos (con una fiesta llamada Puro Cuento).
El encargado de abrir el escenario para el resto fue Inti Barrantes con un fragmento de su libro Cuentos de Ñor Garúa
. Capturó a una buena audiencia llena de padres con sus hijos y muchos
transeúntes que pararon por curiosidad, pero terminaron seducidos por
el carisma del cuentero.
Más o menos así atrapó el
Transitarte al resto de sus visitantes, aquellos que no habían planeado
pasar el día en la capital pero que, por ejemplo, al ver por el
Paseo Los Damas a la Marching Band del colegio tibaseño Valley Forge, tuvieron que quedarse a ver el resto.
Quienes visitaron el Transitarte no solo para ver, sino para crear,
también
tuvieron la oportunidad: el Morazán impartió talleres de
diseño y canto, a cargo de la Casa Cultural Amón y la compañía de danza
aérea Danzaire, que trabajó expresión corporal con telas, especialmente
con niños. Ambos continuarán su oferta durante el domingo.
También para los fans del selfie
de rigor, la Municipalidad de San José ofrece este fin de semana una
exposición de los 20 años del Festival de la Luz, con partes de su
carroza del 2014 con el tema Peter Pan y un espacio pequeño con trajes memorables.
Para el paladar, el Jardín de Paz, frente a la Escuela Metálica, se
convirtió en un oasis para matar el hambre que ofrece, con horario de
10 a. m. a 10 p. m., choripanes, vigorón y pupusas, pero con más
abundancia de comida tradicional: granizados, chorreadas, chifrijo,
casados y olla de carne.
Hacen falta los churros y
algodones de azúcar de otros años. Sin embargo, para el goloso exigente
al menos la feria del parque Nacional no lo defrauda porque, entre los
172 puestos, abundan, además del diseño criollo, el pan casero y los
dulces artesanales.
Es una suerte que el
Transitarte ocurra solo una vez al año: con tanta y tan diferente
oferta, hay que esperar otros 365 días para extrañarlo con las mismas
ganas.
Información de la Nación.